¡Qué bien funciona mi cuerpo! Adiós pañal

¿No sería magnífico transmitirles a los niños la confianza y el amor por su propio cuerpo,  aprovechando este nuevo hito de desarrollo, e intentar hacerles sentir que son capaces, motivándolos en sus logros, sin castigos ni recompensas, simplemente acompañándolos de manera adecuada, involucrándolos en la toma de decisiones y haciéndoles sentir que pertenecen, que son importantes y respetados?

Nosotros estamos sumergidos en este proceso y quiero compartir contigo…

 

…las ideas que hemos ido recopilando entre mi compañera Marta González Nieto y yo (Trinidad Mejías, coach de familia, asesora de lactancia y facilitadora de disciplina positiva). Ella es madre de un “terremoto” de 19 meses y trabaja como psicóloga con especialidad en Psicología Clínica Infanto-Juvenil,  en una consulta privada en Sevilla. ¡Qué bien funciona mi cuerpo! Adiós pañal.

Llega el verano y a Marta muchos padres le preguntan cómo quitar el pañal a sus hijos en esta época del año. Yo misma me he planteado, en estos meses, esta pregunta y en 2 ocasiones lo hemos intentado, sin éxito y volviendo atrás, simplemente porque Helena no estaba preparada y porque el pañal no se quita, se deja.

 

Ciertamente, se nos presiona desde ciertos entornos y desde el colegio…

para que obliguemos a los niños a “dejar” el pañal y esto nos provoca, a algunas madres y padres, cierta angustia de cara al nuevo curso. Por ello, queremos compartir contigo lo que a nosotras nos ha ayudado a liberarnos de estas presiones, pues la información es la base para comprender y alentar a nuestras hijas en este camino.

Para llevar a cabo la llamada “operación pañal” es importante que sepamos algo fundamental y es que el control de esfínteres es un proceso complejo (no algo puntual, que se da en un momento concreto) dentro del desarrollo de nuestros hijos en los que influyen diversos factores madurativos, a nivel fisiológico, neurológico y emocional. De este modo, para que un niño sea capaz de controlar sus esfínteres se deben dar una serie de cambios que permitan, por un lado, ser consciente de la necesidad de hacer pis o caca, y por otro, de hacerlo en el lugar que le pedimos.

 

Entonces, ¿hay una edad fija en la que los niños estén listos para dejar el pañal?

La respuesta es NO. La academia Americana de Psiquiatría considera normal hacerse pipí hasta los 5 años y caca hasta los 4 años. No es hasta pasada esta edad cuando habría que analizar qué factores pueden estar interfiriendo en la falta de control del niño.

Ten presente: No es cuestión de inteligencia ni habilidad, simplemente es un proceso madurativo.

 

¿Qué podemos hacer los padres y las madres en este hito de desarrollo?

1-Observar y seguir al niño/a:

Dentro del desarrollo madurativo de los niños, existen unos momentos concretos que se conocen como “períodos sensibles”. Según María Montessori, son pequeños espacios de tiempo, ventanas de oportunidad, en los que el niño está especialmente interesado en algo y tratará de adquirir destrezas y conocimientos acerca de esa habilidad. Hay un período sensible para el control de esfínteres que se da entre los 15 y los 36 meses. Por ello, es muy importante observar a cada niño/a y no adelantarse al momento en el que él/ella va a estar más receptivo/a por sí mismo/a, sin necesidad de entrenamiento ni esfuerzo. Esto no quiere decir que cuando empiece a estar receptivo/a haya que quitarle los pañales, sino que es el momento propicio para empezar a apoyar y facilitar el proceso.

¿A qué señales tenemos que prestar atención?

  • Sabe nociones básicas del esquema corporal (arriba, abajo, delante, atrás) y reconoce las partes del cuerpo.
  • Conoce las palabras clave (pis, caca, popó, orinal, lavabo, taza, váter, etc.) y entiende para qué sirve cada cosa.
  • Muestra interés en cómo hacen sus necesidades sus padres o hermanos.
  • No quiere usar pañal y forcejea contigo durante el cambio.
  • Nota que tiene el pañal mojado o sucio y te pide que se lo cambies.
  • Te dice que se lo está haciendo; ya empieza a notar cuando el pis o la caca le viene pero no puede controlarlo aún.
  • Te avisa de que se hace caca o pis y cuando miras el pañal aún no lo ha hecho.

 

2- Capacitar al niño/a para realizar las tareas de limpieza e higiene por sí mismo:


     2.1. Hacerle sentir capaz y hábil: cuando nuestros hijos tienen interiorizado el sentimiento de capacidad, tendrán confianza en sí mismos y se sentirán seguros para afrontar cualquier reto que se le presente en su vida. Esto requiere tomarse tiempo para enseñar a nuestros hijos aquellas cosas necesarias para que cada vez sean más independientes. Por ejemplo, explicar para que sirve el WC y los lugares donde puede hacerlo (váter, orinal, reductor con taburete, etc), permitirles entrar con nosotros al baño, responder a sus preguntas con naturalidad y con un lenguaje claro y sencillo, enseñarles a bajar y subir la ropa interior, limpiarse, lavarse las manos y secárselas con una toalla. Algunas de ellas las aprenderá por simple observación, pero otras necesitará que le enseñes paso a paso.

     2.2. Ofrecer al niño la oportunidad de practicar la habilidad. Todo niño necesita tener los momentos de implementar lo aprendido contigo en casa o fuera de ella. Dale la oportunidad sin prisas.

    2.3. Facilitar un entorno preparado, creando en el baño un lugar accesible al niño para facilitar las tareas de limpieza e higiene por sí mismo. Con esto nos referimos a: limpiarse, lavarse y secarse las manos, peinarse, lavarse los dientes, etc.

     2.4. Implicarlo en la toma de decisiones y en pequeñas tareas del hogar relacionadas con este hito evolutivo; ayuda a los niños a sentir que pertenecen y que sus decisiones son valiosas para nosotros.

     Por ejemplo, darle a elegir el lugar para hacer sus necesidades (WC, orinal, adaptador con taburete, etc.), involucrarlos en la compra y en la organización y elección de la ropa interior (sería de utilidad ropa cómoda y fácil de poner y quitar), o proponerles colaborar en casa llevando su ropa sucia a la lavadora.

     Por otro lado, también a través de las preguntas, los padres y las madres podemos involucrar a nuestros hijos en las decisiones. Por ejemplo, ¿Cómo te sientes cuando haces caca o pipí? ¿Qué lugar te gusta más para hacerlo? ¿Qué viene en la rutina cuando nos levantamos? ¿Qué haces una vez terminas de hacer tus necesidades? Asimismo, ofrecer al niño opciones limitadas acorde con su edad, es decir, dentro de lo racional y posible, también le hace sentir partícipe de las decisiones en casa. Por ejemplo, ¿Cuál de estas dos braguitas prefieres usar hoy? ¿Te gusta más la toalla amarilla o naranja para secarte las manos?

 

3-Acompañar al niño/a de forma respetuosa, divertida y con sentido del humor:

En ocasiones  sentimos que hay situaciones que nos superan y terminamos por darles más importancia de la que tienen, transmitiendo esta angustia a los niños y forzando los tiempos cuando no hay necesidad de ello. Debemos respirar hondo y tranquilizarnos, pues esto es un proceso en el que existen avances y retrocesos.

No tengas miedo de volver atrás y poner de nuevo el pañal si no está preparado o te lo pide en algún momento y lo consideras apropiado. No le vas a confundir ni crear ningún trauma. De hecho, puede ser más problemático para el niño sentirse forzado a dejar ir algo que es suyo, a sentarse en un lugar que le asusta o a realizar conductas que no entiende porque su cuerpo no le está acompañando en sensaciones. Por ello, es preferible que lo vuelva a llevar a que le hagáis pasar por una situación por la que no está preparado, con todo lo que conlleva. Además de forzarle, no ganareis para mudas y fregonas.

Paciencia, respeto, comprensión, amor y humor (a veces, se nos olvida). Los premios y castigos no son necesarios. No recurras a los gritos, reproches, control  o amenazas, no conseguirás transmitir confianza al niño, sino todo lo contrario.

3.1 Actitud de aliento, poniendo relevancia en su esfuerzo e interés.  Todos los padres alabamos a nuestros hijos en algún momento, y tampoco va a ocurrir nada malo por ello, pero es cierto que alentarlos y motivarlos por sus progresos es más beneficioso para ellos a largo plazo, pues no les generará dependencia de los demás y sí confianza y seguridad en sí mismos.

Sinceramente es lo que más nos cuesta en casa, ya que nuestras  primeras reacciones suelen ser: “¡Muy bien, Helena, campeona, qué contentos estamos!”. Somos conscientes de ello y como padres imperfectos que somos, vemos en esto grandes oportunidades de aprendizaje. Así que nos ponemos manos a la obra y pensamos en qué otras frases más motivadoras podemos transmitirle a Helena. Quizás al principio te suenen un poco artificiales o necesites pensarlo o rectificar sobre la marcha, pero es cuestión de práctica.

Aquí os voy dejando ejemplos que he ido recopilando:

  • No decir nada, simplemente acompañar.
  • Un mensaje no verbal: una sonrisa, una caricia, un guiño.
  • Centrarse en el hecho no en la persona: “Veo que has hecho pipi o caca en el orinal” “¡Lo lograste!”.
  • Reconocer el esfuerzo y el progreso: “¿Cómo te sientes con lo que estás aprendiendo?”” Veo que te estás vistiendo sola, ¿cómo lo haces?”, “¡Qué bien que funciona tu cuerpo!”, ¿cómo te sientes?”, “Vaya, ya has podido dejar salir la caca. Ahora te sentirás muy a gusto con la barriga vacía, ¿verdad?”” ¡Qué bien va todo!”.
  • Si está colaborando en alguna tarea, podemos indicarle “agradezco tu cooperación”.

3.2. Centrarse en los logros: Dejar atrás lo que  “no están logrando”, enfatizando los avances que están consiguiendo en el proceso.

3.3. Ver los errores como algo natural, una oportunidad de aprendizaje, no como algo negativo.

3.4. Elaborar una tabla de rutinas, herramienta que usamos en Disciplina Positiva. Es una guía que le sirve al niño para orientarse en el día a día y una forma de involucrarlo en la creación de rutinas. Desde que comenzamos a observar señales en mi hija, nos hemos dado cuenta de la importancia de crear una tabla de rutinas, para que ir al baño no sea vista como algo que debe hacer por mí, sino para sí misma.

Os lo recomiendo porque me he visto, en ocasiones, indicándole una y otra vez, que debía ir al baño. Esto ayuda al niño a entender que el adulto no tiene interés en la lucha de poder porque no es una tarea que se impone, que haga para ti; sino que es una tarea en la que se reconoce que la responsabilidad es suya. De esta manera estás evitando decir a tu hijo “tienes que hacer…”, sustituyéndolo por “¿qué sigue en tu tabla de rutinas?”.

La tabla de rutinas es una composición de  imágenes en la que se muestra de forma secuencial qué tarea corresponde a cada momento. Se hace en familia, con cartulinas, cartón pluma, papel, madera, con dibujos o fotos, libre a la imaginación. No incorpora premios ni castigos.

 

3.5. Comprender, acompañar y validar las emociones: este tema está siendo muy importante en nuestro caso. Helena a pesar de que controla esfínteres, retiene activamente las heces. Para nosotros ha sido fundamental conectarnos con su emoción, entender su proceso. Los adultos ponemos el pañal porque nos interesa y nuestros hijos se acostumbran a hacer caca en determinadas condiciones. Después, una vez que controlan esfínteres, han de habituarse a vaciarlos de manera distinta en cuanto a postura y sensaciones. Esto implica aspectos emocionales y no sólo físicos.

Este miedo a hacer caca, que suele ser más común de lo que parece, es una actividad corporal muy sensible a las emociones. Cualquier cambio en casa, viajes, colegio, nacimientos de hermanos, trabajo… puede provocar cambios en sus emociones. En algunos casos les asusta o no quieren desprenderse de ella, porque sienten que es algo suyo; en otros no quieren sentarse para hacerlo, porque no saben dónde va y les da miedo;  y en otros simplemente prefieren seguir haciéndolo en el pañal porque les da seguridad.

Asimismo, pueden experimentar confusión entre caca y basura, y sentir repulsión por algo que sale de su cuerpo llamado “caca” y que a la vez se utiliza en la calle para decir: “no cojas eso del suelo que es caca”, es decir, basura, algo sucio.

Para esto podemos valernos de estas ideas:

  • Conversar y explicar: ese miedo a les hace tomar la decisión de no sentarse para hacer sus necesidades, lo que les puede provocar estreñimiento. Aquí podemos explicarles: “¿Sabes que la caca va a un saquito en la barriga? En ese momento, cogemos una bolsa o un saquito y vamos echando plastilina, “¿ves cómo se llena? Pues igual ocurre en la barriga; cuando se llena de caca hace que la barriga se hinche, lo que provoca que se ponga dura y pueda dolerte al salir. ¿Qué crees que podría ayudarte a vaciar el saco?”.
  • Preguntar y ofrecer alternativas:¿Cuál es el motivo por el que no quieres hacer pipí o caca en el váter/orinal (lugar donde haya decidido anteriormente)?”, “¿Dónde prefieres hacerlo?”. Si prefieren hacerlo en el pañal, no tengas miedo, respeta su ritmo, su elección, su tiempo.
  • Acompañar la emoción no sólo verbalmente, expresando que nos tienen incondicionalmente, sino también de manera no verbal, con nuestra mirada, caricias, abrazos.
  • Comprender y normalizar el sentimiento del miedo, que toda persona tenemos. En casa le explicamos que cuando tenemos miedo podemos recurrir a mamá o papá para afrontarlo. Las personas queridas nos acompañan.

3.6. Hacer de este momento algo divertido:

  • Cuento
  • En casa tenemos: “¿Puedo mirar tu pañal?” y “El topo que quería saber quién se había hecho aquello en su cabeza”. Nos gusta especialmente el primero porque es muy interactivo para los pequeños, donde el ratón va investigando cómo son las cacas en los pañales de los demás animales de una manera muy divertida. Marta también nos ha recomendado “Tris tras-Adiós cacas adiós” y “La caca mágica”. En este enlace puedes encontrar cualquiera de estos libros:http://www.todostuslibros.com/
  • Jugar con plastilina, barro o arena:

  • utilizar estos materiales e inventar tamaños, colores, etc. ayuda a los pequeños a elaborar fantasías e ir preparándose para el momento de ir al baño. Te dejo este post que me pareció interesante y va sobre este tema: http://unamiradaalotrolado.com/2013/05/17/dejar-el-panal-3-juegos-de-plastilina/
  • Marionetas, muñecos y teatros:

  • nosotros usamos el trenecito para ir al baño y tenemos marionetas y muñecos que le ayudan a Helena a descargar la tensión de la situación, a través del juego simbólico. Asimismo, me sirven a mí para comunicarme con ella de forma divertida. También hacemos juegos de despedida de la caca y el pipí para que vaya comprendiendo que a pesar de ser algo suyo, de lo que le cuesta desprenderse, puede ser también algo divertido y natural.

¡CAPACITA, CONFÍA Y DISFRUTA!

 

Trinidad Mejías.

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