Como profesional que trabajo en contacto con los niños de todas etapas educativas, lo que antes me encontraba era un gran número de alumnos/as desmotivados, apáticos, sin interés… en secundaria, pero lo alarmante es que cada vez nos encontramos con este tipo de alumnos/as más precozmente, en primaria e incluso en infantil.Alumnado desmotivado desde infantil
Alumnado desmotivado desde infantil
Es como si el espíritu innato del niño/a por interesarse por las cosas, aprender, investigar… no fuera ya la regla general y desde este panorama me quedo cada vez más atónita.
¿Cuál puede ser el origen, la causa de esta situación tan poco natural?
Pues como cabría esperar no hay una única causa sino varias, pero la mayoría enfocan al estilo de crianza, ocupación del tiempo de ocio, organización de las tareas, relación familia-hijo/a, falta de habilidades de la maestra/o, falta de una actitud adecuada del adulto…
Si tengo que comenzar con una estrategia para motivar, comenzaría por…
la actitud del adulto.
Ya sea la maestra/o, padre, madre, cuidador/a… esta persona ha de transmitir alegría, entusiasmo, interés… hacia el aprendizaje del pequeño, que primero serán acciones lúdicas y enfocadas en forma de juego (para localizar colores, apilar mismas familias, agrupar animales,…) para ir poco a poco realizando tareas más educativas, pero viendo estas no como tareas aburridas (las típicas fichas) sino como acciones divertidas: letras en pizarra, dibujar letras con pintura de dedos, localizar la letra equivocada… Es importante tener en cuenta que poco a poco, cuando el niño/a traiga tareas éstas las debemos enfocar no como un “trago” que hay que pasar y cuanto antes empecemos más rápido terminaremos, sino como un momento de aprender, de ver cuanto se hacer hoy, muéstrame como haces este ejercicio… La ilusión del adulto es el espejo con el que niño/a se ve reflejado y si en vez de ilusión encuentra apatía, reproduce esto.
Concretamente desde casa:
Dejar que el niño/a pueda tomar decisiones. No hay cosa más frustrante para un niño que ver como el día a día es un cúmulo de órdenes, lo vive como un agobio que le lleva al hastío, por eso cambia tu mensaje, en vez de dar órdenes: pide colaboración, solicita ayuda, expresa búsqueda de soluciones… que el niño/a pueda sentirse partícipe de sus propias decisiones y así las llevará mejor.
Establece con el niño/a una rutina que a ambos os venga bien.
No impongas un horario y una forma de hacer las cosas, la organización ha de ser consensuada y a partir de ahí ser constantes. Si el niño/a colabora de estas decisiones organizativas se siente implicado para llevarlas a cabo día tras día, y a ti te da la oportunidad de posicionarte no como sargento que ordena, sino como compañero que recuerda y pregunta que pactos habíamos acordado.
Muestra a tu hijo/a ocasiones para que te vea a ti también implicada en tareas formativas, por ejemplo leyendo, escribiendo cosas, … somos su ejemplo por eso muestra también tu interés por aprender en tu día a día cosas nuevas (recetas de cocina, canciones en inglés, biografías de autores, revistas,…).
Interésate por el mundo escolar.
Pide cita con su tutor/a una vez al trimestre, utiliza la agenda escolar para anotar cosas positivas de tu hijo/a. Apunta en un calendario a la vista sus exámenes, trabajos,.. a presentar. Pregunta por sus amigos, diseñar posibles planes con compañeros…
Verbaliza mensajes positivos. Si tu hijo se olvidó algo, perdió algo, no anotó bien algo… no se lo recrimines y en vez de eso buscad soluciones y luego termina con un: “estoy seguro que mañana tendrás más cuidado, confío en que recordarás traer el estuche mañana…”
Intenta recordar como llevabas tú tus responsabilidades escolares, no era fácil porque no es una tarea muy divertida, pero si nuestra actitud es más positiva, colaborativa, y ofrecemos mensajes de apoyo y búsqueda de encuentros, en vez de desencuentros lo llevarán mejor ellos y nosotros.
Irene Iglesias Ruiz