Educar para toda la vida

Los padres educamos a nuestros hijos para que el día de mañana sean personas felices y de provecho. Empezamos a construir su futuro desde la más tierna niñez con toda nuestra buena intención pretendiendo lo mejor para ellos.

No cabe duda de que cuando se trata de nuestros hijos hacemos, decidimos y pensamos en lo mejor, y si supiéramos de algo mejor sería eso lo que elegiríamos. Quizás lo que nos falte es conocer otras formas de hacer las cosas. Por eso no valen las categorías de “malas madres” ni de “malos padres”, porque lo que hacemos es siempre desde la mejor de nuestras intenciones.  Educar para toda la vida

Una de las cosas que van a dificultar nuestra tarea como padres es precisamente esa, la de abordar la educación desde nuestro punto de vista de adultos, desde la responsabilidad, desde la exigencia, desde el “mírame cuanto te hablo” o desde el “porque yo lo digo y punto”.

Nos creemos que como son pequeños no pasa nada, que se acostumbrarán, como lo hicimos nosotros. No recordamos lo injusto que nos parecía y no nos damos cuenta de que de esta forma no solo no le enseñamos nada útil para la vida, sino que nos aleja en nuestra relación.

Y lo más importante para su vida (y para la nuestra) es que nos llevemos bien y que confíen en nosotros, para cuando lo necesiten de verdad.

Si bien es cierto que los padres son los responsables del bienestar del niño, y que el código civil recoge la obligación del menor de obedecer a sus padres, hay formas y formas de conseguirlo.

Si queremos que sean un adulto feliz, enseñémosle a ser un niño feliz, de modo que cuando sea un adulto solo tenga que seguir siendo. Y créeme que es mucho más fácil ser un niño feliz que un adulto feliz.

Si queremos que sea un adulto con las ideas claras y que sepa defenderlas ante otros y que mantenga su postura sin perder y sin imponerse a los demás, enseñémosle ya a tomar decisiones y negociar (si, ya con 15, 18 o 24 meses pueden tomar decisiones) para que les salga fluido cuando sean mayores.

Si queremos que no dependa de la aprobación de otras personas enseñémosle a tener su propio criterio, a sentirse importante (en su justo valor, sin ser más ni menos que otras personas) a tener una buena autoestima y a valorarse positivamente.

Para conseguir esto nos va a ayudar unos de los principios de la Disciplina Positiva, el de que las relaciones son horizontales.

Fue para mí un alivio y un placer encontrar por fin este principio escrito en algún lado, porque era algo en lo que yo creía profundamente y no lo encontraba documentado en casi ningún lugar. Este principio parte de que los niños son PERSONAS, sí, personas completas, con todas su dignidad, con todo su valor, solo que de tamaño menor y que tienen poca experiencia en la vida. Eso no nos da derecho a las otras personas que hemos nacido antes a tomar decisiones por ellos, a obligarles a hacer ciertas cosas, o a tratarle con poco respeto.

Si pensamos que a quién tenemos en frente es una persona con sus plenos derechos, quizás nos replanteemos cómo vamos a pedirle que se termine todo el plato. Quizás a ninguna otra persona que tengamos de visita en casa le obligaríamos a comerse todo lo que le hayamos puesto, o le obligaríamos a poner determinada ropa que nos parece adecuada a nosotros. Pero incluso a pocos conocidos le pediríamos el móvil para comprobar que las conversaciones que mantiene en las redes sociales están conformes con lo socialmente adecuado.

A estas alturas de la historia de la humanidad ya se sabe que la clave del aprendizaje está en las emociones y que un cerebro que se desarrolla en un ambiente feliz se desarrolla mejor que uno que ha crecido en un ambiente hostil.

No es necesario un ambiente de gritos, amenazas, castigos o humillaciones para ver si aprenden, no solo van a aprender cuando les duela. Cuando disfruten van a aprender más aún. Como dijo Jane Nelsen, “¿De dónde hemos sacado la loca idea de que para que un niño se porte bien es necesario que primero se sienta mal?”.

Para enseñar a los niños a sentirse bien y a portarse mejor, la Disciplina Positiva pone a nuestra disposición múltiples herramientas que priorizan la relación y la conexión y luego lo demás vendrá solo.

Ana Couto

www.anacoutocoaching.com

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