Hablemos de límites

En estos días el tema de los límites parece vagar por el espacio, al menos por mi espacio en forma de reflexión, de situación, de conversación…  así que hoy va de límites y quiero desgranar esto con vosotros.

Vamos a comenzar definiéndolo desde mi visión.

Límite es toda aquella línea imaginaria que no permitimos que nadie cruce. Es aquel punto en el que ponemos un alto, un stop, un “hasta aquí”.

 

Es la frontera que marca el respeto por uno mismo.

 

Dejar pasar a otro por esta barrera es dar paso a la permisividad y al irrespeto por uno mismo.
 
Y en la educación los límites son fundamentales, empezando por ti.

Así que… ¡comencemos por ti! (ya sabes que es por ahí por donde siempre me gusta comenzar)

¿Conoces tus límites?

¿Eres consciente de dónde están tus límites?
Piensa en cada faceta de tu vida: tu trabajo, tu pareja, tu familia, tus hijos, tus amistades… y todas las que se te ocurran que sean para ti importantes. Haz una lista con los límites que has marcado, y otra con los que te gustaría marcar.

Y obsérvala.

 

¿Qué ves? ¿Estás marcando tu línea? ¿Sientes que te estás respetando o que permites traspasar tus “fronteras” más de lo que te gustaría? ¿Cómo te hace sentir eso? ¿Estás satisfecha o por el contrario sientes como si estuviesen aprovechándose de ti, te sientes fastidiada e incluso acabas por sentir rencor?

No es fácil. Y no lo es porque no solemos ser conscientes de dónde está esa frontera, porque la movemos constantemente, la vulneramos, la cuestionamos…muchas veces debido a creencias del tipo “eso es egoísta por mi parte”, “pobrecito” (refiriéndose al otro que quiere pasar ese límite), “quizás no estoy siendo justa”, “lo mejor es ceder y así evito esta situación”… o muchas otras que de seguro se te ocurrirán si ahondas un poco en tu propia historia y recuerdas situaciones pasadas ( o no tan pasadas).

Y por otro lado puede que sientas que levantar esa valla fronteriza es un momento desagradable para ti y para la otra u otras personas, pero no ha de ser así. Y recurrimos entonces a uno de los principios de la Disciplina Positiva.

Amabilidad y firmeza a un mismo tiempo.

¿Cómo marcar límites?

Partiendo del concepto de Amable y firme a un mismo tiempo, podemos tomar una serie de ideas que nos ayuden:

– Evidentemente ten claros cuáles son esos límites como primer paso.

– Explícalos a la o las personas implicadas en un momento tranquilo. Informa del porqué son importantes para ti y tus decisiones al respecto.

– Usa un lenguaje positivo para explicarlo. Deja de lado reproches, acusaciones, castigos y etiquetas, que solo nos llevan a entorpecer la comunicación.

– Trata de entender la postura de la otra persona empatizando con lo que siente y desea pero mantente firme en tus decisiones.Empatizar con los sentimientos de la otra persona no implica ceder a sus expectativas, sino partir de una situación de verdadera comunicación para solucionar.

– Negocia modos de solucionar la situación si esta supone un conflicto siempre dentro del marco triple del respeto: Respeto por tí misma, respeto por el otro y respeto por la situación.

– Respeta las necesidades de los otros y permite que también pongan sus propios límites.

– Revisa las creencias que te hacen ceder a menudo y cuestiónalas. Muchas de ellas no se sustentarán una vez que las analices desde la distancia.

¿Qué repercusión tiene en nuestros hijos conocer y respetar nuestros propios límites?

Se habla y se escribe mucho sobre cómo poner límites a los niños, sin embargo como ya sabéis si me habéis leído otras veces, es desde ti desde donde comienza toda la educación. Si no tienes claros tus límites, si dejas que se vulneren y traspasen con frecuencia… tus hijos irán sacando conclusiones al respecto del auto respeto para su propia vida.

Cuando tú respetas y marcas tus límites con amabilidad y firmeza, tus hijos:

– Aprenden que todos tenemos unas necesidades y valores que debemos respetar.

– Entienden que por tanto sus necesidades y valores son también importantes y deben igualmente ser respetados.

– Observan que cada quien tiene unas necesidades y valores propios, por tanto les entrenamos en la tolerancia y el respeto a la diversidad e individualidad.

– Sabrán que uno puede decir “hasta aquí” con amabilidad y asertividad, sin entrar en luchas que desgastan.

 
 
 El ejemplo es la más potente de las enseñanzas.

¿Qué límites vas a empezar a marcar?

Ana Isabel Fraga Sánchez.

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