Disciplina proviene del vocablo “discipulis” que significa “seguidor de la verdad y del principio o enseñar”. La verdadera disciplina la hallamos en un lugar de control interno (auto-disciplina) y no en uno externo.
Los castigos impuestos por otros vienen de un lugar externo y tienen como finalidad infringir culpa, vergüenza y dolor.
Algunos adultos piensan que imponiendo castigos ayudan a los niños a ser mejores ya que logran frenar las malas conductas en el momento, no obstante los resultados a largo plazo suelen ser negativos generando sentimientos de baja autoestima , rebeldía , resentimiento, venganza, etc…Tengamos mucho cuidado con lo que funciona, a menudo nos dejamos engañar por los efectos inmediatos.
Habitualmente los niños no son conscientes de las decisiones que toman cuando son castigados, sin embargo el comportamiento que sigue al castigo está basado en decisiones subconscientes. Por ejemplo un niño que habitualmente es castigado puede decidir subconscientemente ” soy una mala persona” y actuará como tal. A otro su decisión subconsciente puede hacerle determinar que se vuelva complaciente (adicto a la aprobación) para buscar el amor que cree no merece. Es por esta razón por la que los adultos debemos estar más conscientes de los efectos a largo plazo en lugar de dejarnos embaucar por otro tipo de resultados.
Como apunta una maravillosa frase de Jane Nelsen : ¿De dónde hemos sacado la loca idea de que para hacer que los niños se porten mejor primero debemos hacerlos sentirse peor?.
Para ayudar a interiorizar solo tenemos que reflexionar un momento y ponernos en situación, piensa en la última vez que te sentiste humillado o tratado injustamente, en ese momento ¿sentías ganas de cooperar o de hacer mejor las cosas?.
Pensamiento, emoción y acción son los cimientos que conectan cada instante de nuestro ser, de ahí la importancia de ahondar en ese tipo de conocimiento para afrontar determinadas situaciones y poder ofrecerles soluciones de aprendizaje más eficientes.
Revisemos las emociones que pueden generar nuestros actos ya que visten cada aspecto de nuestras vidas y modelan al ser humano que está aprendiendo a vivir, en ese laboratorio para la vida que es la infancia.
Colaborar con los niños para resolver los problemas juntos encontrando soluciones no punitivas les enseña responsabilidad, pronto aprenden que es bueno hacerse responsable de las decisiones que toman porque no serán castigados por tomar una mala decisión si no que serán ayudados a aprender de ellas.
Educar para la vida es ir enseñándoles a dirigir su propia vida, ofrecerles la oportunidad de actuar desde conductas lo más autónomas para su edad. Desde la verdadera disciplina, la que se encuentra en ese lugar de control interno.
Mariola Yerpes – Facilitadora de Disciplina Positiva-