Los acusamos de impacientes y caprichosos. De pesados o insistentes.
Lo quieren todo y lo quieren YA.
No aprenden que si nos piden agua, tendrán que esperar a que lleguemos a la cocina, a que dejemos de hacer lo que estábamos haciendo…y deben de entender que no hace falta pedir el agua desde que sienten sed hasta que tienen el vaso en su mano.
“Mamá quiero agua. Tengo sed. Mamá agua. Mamaaaaaá, quiero aguaaaa!”
Y así para todo.
Cuándo aprenderán que no somos sus esclavos y que las cosas llevan su tiempo? Cuándo se darán cuenta de una vez por todas de que no pueden tenerlo TODO YA?
Pobrecitos….Crecen en la exigencia del “a la primera”, del “ahora mismo”, del ” Inmediatamente”
Y no.
No va a aprender NADA AHORA.
Porque el aprendizaje es mucho más complejo que la asimilación por repetición, mucho más sutil que el mismo grito en 7 tonalidades diferentes.
Porque lo que les marca AHORA, no les enseña nada. Sólo les paraliza, les asusta, les enseña a depender o a exigir a los demás.
El aprendizaje requiere el desarrollo de una serie de procesos que LLEVAN SU TIEMPO. Nos puede parecer que les hemos repetido “recoge el abrigo” un millón de veces y no entendemos por qué no lo han captado todavía, pero es que el hecho de aprender a recoger es más complejo que esperar una orden y cumplirla, y el hecho de tener que seguir repitiéndolo se debe, entre otras cosas, a una razón muy simple: no aprenden lo que escuchan, si no lo que ellos mismo procesan.
Y eso nos pasa a todos.
Si quieres que tus hijos aprendan y de paso “te hagan caso” has de entender dos cosas:
1- No les digas lo que “tienen que hacer”
2- Respeta (con kilotones de paciencia) sus procesos, igual que te encantaría que la sociedad respetara los tuyos.
El punto 1 parece complejo, pero entendiendo que no estamos programados para “obedecer”, sino para “solucionar”, usa tu imaginación y ponle retos a tus hijos, no les des “órdenes”. Y el respeto, es cuestión de empatía.
Ser niño es como llegar a un país extraño, sin saber el idioma y con gente grande que quiere TODO YA.
María Soto.