Los gestos son imitables y pesan más que el mensaje.
Decía la Madre Teresa de Calcuta:Que quede enterado sin quedar dañado
“No te preocupes si tus hijos no te escuchan, te están mirando todo el rato”
Por esto es que, en algunas situaciones, necesitamos que el mensaje llegue completo y con el sentido que nosotros lo enviamos y debemos poner atención en CÓMO lo hacemos, cómo comunicamos es la clave para emitir y que se reciba el significado de las palabras.Que quede enterado sin quedar dañado
Nos surgen dificultades especiales cuando la necesidad es personal, cuando alguien debería hacer algo de determinada forma para que nosotros nos sintamos mejor.
Dar órdenes provoca bloqueo en el oyente, no siempre nos funciona ni sienta bien. Hacer preguntas acerca de nuestro objetivo es una opción. Hablamos de Preguntas de Curiosidad con las que implicamos al otro y le invitamos a cooperar generando una respuesta con la posible solución.Que quede enterado sin quedar dañado
Comparto aquí el ejemplo vivencial en uno de mis talleres con adultos:
La siguiente actividad tenía como objetivo meternos en el mundo de nuestros hijos / alumnos y aprender a escuchar de verdad, a “sacar” en vez de “llenar”: “ÓRDENES vs PREGUNTAS DE CURIOSIDAD”
Todos escuchamos mejor cuando hemos sido escuchados. Recibir una orden, un imperativo, no invita a ser escuchado ni da opción a responder, pero lanzar una pregunta sí, te empuja a buscar dentro de ti una respuesta y te indica que el otro está dispuesto a escuchar lo que tú puedes aportar.
Una voluntaria del grupo fue “HIJA QUE RECIBÍA ÓRDENES” de adultos muy acostumbrados a darlas:
“Recoge tu taza. Prepara la mochila. Haz los deberes. Vístete ya. Recoge los juguetes. Deja de quejarte. Ponte a dormir. Cállate un poco. Deja de pelear con tu hermano. Ve y lávate los dientes… (Siéntate bien. No pongas eso ahí. Ayuda a tu madre. Dale un beso a la abuela. Comparte tus juguetes. Espera. Estúdialo para mañana. Saca la basura. Dobla tu pijama…)“
Para procesar esta primera parte de la actividad lo hacemos preguntando a la “hija” qué sentía mientras escuchaba órdenes de este modo:
“Me sentí desatendida”, también qué pensaba: “Que no me atendían a mí, que sólo era importante lo que ellos querían” y por último qué decisión tomaba: “Así que no les hago caso, por supuesto hacer todo lo que me piden no, me voy a jugar”.
Al principio escuchaba las órdenes aunque no le gustaban el tono, el gesto facial ni la tensión muscular en el cuerpo de la “madre”… pero tras oír a 3 o 4 ya no atendía al mensaje, dejó de recibirlo para protegerse de aquello que tan mal le sentaba. Decidió no atenderlo porque ella no se sentía atendida tampoco.
Procesando con las “madres” comentaron “Me sentí mal, muy dura” y es que dar órdenes SIEMPRE no sienta bien a ninguna de las dos partes.
Para la 2ª parte de la actividad cambiamos las órdenes por “Preguntas”, mensajes que invitan a reflexionar y llegar por uno mismo a las conclusiones.
Ahora la voluntaria era “HIJA QUE RECIBÍA PREGUNTAS”:
“¿Qué te falta para meterte en la cama?, ¿Cómo vas a organizar hoy tus tareas de clase?, ¿Dónde puedes recoger esto cuando termines de jugar?, ¿Qué se te ocurre que podrías hacer que fuera más silencioso?, ¿Cómo podéis entre los dos resolver este problema?, ¿Tienes todo en la mochila?, ¿Qué necesitas hacer para que tus dientes no se sientan asquerosos?, ¿Cómo podrías decirme esto con palabras que me gustaran más?, ¿Te falta coger algo para salir?, ¿Qué solución se te ocurre para resolver esto que sea respetuosa con todos los implicados?…”
Al procesar el sentir ante esta tanda de preguntas la “HIJA” sonríe y dice:
“¡Me quedo con todas!”, estaba escuchando, le resultaba agradable y estaba dispuesta a poner de su parte (responder, implicarse en resolver, tomar decisiones…) porque se sentía atendida, TENIDA EN CUENTA, sintió pertenencia y significancia. Su disposición era colaboradora y sin miedo a explorar las consecuencias de sus decisiones.
Y ahora, busquemos el término medio:
Ni todo el día preguntando ni todo el día dando órdenes. Cuando empezamos a ser firmes y amables en todos los momentos vemos que hay situaciones puntuales en los que usamos imperativos pero que no debemos abusar de ellos porque estaríamos pecando otra vez de FIRMEZA con la respuesta negativa que conlleva por parte del hijo o alumno (rebeldía, negación y bloqueo). Para esto nos fijaremos en nuestra actitud al dar órdenes (gesto, tono de voz, tensión…) ya que no es lo mismo: “Cierra la puerta” con voz alta y ceño fruncido que “Cierra ya” con tono suave, calma y sonrisa.
Entonces, en los momentos en que necesito reclamar o acordar algo importante para mí, es cuando necesito tener recursos respetuosos para conectar, ser escuchado y atendido.
¿Qué ocurre cuando necesito que deje de hacer algo que está mal o que a mí me molesta?
Ocurre que tenemos que hacérselo saber, asegurándonos de que recibe la información y así evitar los malentendidos. Si la información se intenta transmitir entre mensajes de doble sentido, ironía o sarcasmo, juicio, etc. lo más probable es que no sea recibido como esperamos.
Lo que importa es que quede enterado sin quedar dañado, que la comunicación sea efectiva porque sea desde el mensaje de amor (que nunca debe faltar), de forma honesta y asertiva*
*(Asertividad: modelo de relación interpersonal que consiste en conocer los propios derechos y defenderlos, respetando a los demás).
Por ejemplo, si yo quiero que mi hijo deje de tirarme de la manga de la chaqueta mientras hablo con alguien, que no toque mis maquillajes, que no beba sin usar antes la servilleta… si quiero que mi alumno no deje la mochila en medio del pasillo o que se quite la gorra en clase… si busco que un empleado no se dirija a los clientes de cierta manera…necesito usar códigos de comunicación respetuosa (firme y amable al mismo tiempo) como son “Los mensajes desde el YO” o el “Código N.E.M.O”.
Estos recursos funcionan porque parten de MI necesidad y dejan claro que la emoción que siento es generada por ese motivo que nos ocupa, entonces permite plantear una alternativa respetuosa o invitar al otro a que participe del planteamiento de propuestas.
Código N.E.M.O.:
N = Nombre (“Yo”, “Virginia”, “Tu hermano”, “Papá”…) para partir de la persona “afectada”
E = Emoción (Me siento / se siente “Triste”, “Defraudado”, “Sorprendido”, “Incapaz”, “Engañado”…Me resulta “desagradable”, “injusto”…)
M = Motivo (porque… “Has dicho tal cosa”, “No has cumplido tu parte del trato”, “Necesitaba tu ayuda”, “el vaso queda sucísimo”, “No has repartido igual para todos”, “Te enrollas a hablar de temas que están fuera de lugar”, “No has recogido tu parte”, “Podrías provocar un accidente”…)
O = Objetivo (Y me gustaría que… “nos cuidásemos unos a otros”, “estés atento para tener el vaso limpio”, “hables con palabras respetuosas”, “Seas amable sin caer en pesado”, “Todos tuvieran igual número de caramelos”…)
En los “Mensajes desde el YO” la clave es cambiar al sujeto protagonista en la oración para no dañar la dignidad del otro ni faltarle al respeto.
Por ejemplo:
“Eres un caradura, pones los codos en la mesa y no dejas sitio, ¡venga apártate! tú siempre igual”
Si somos asertivos podríamos decir:
“Estoy incómoda, me falta sitio y necesito más espacio en la mesa para comer a gusto”
He transmitido mi necesidad sin juzgar, menospreciar, insultar… al otro. Seguramente con las dos conseguiremos que nos deje más sitio pero a la primera opción la acompañará una mala contestación o mala cara y a la segunda sólo la disposición de facilitarte una estancia más cómoda.
¿Usas recursos comunicativos respetuosos o te animas a empezar ahora?
¿Eres consciente de lo fácil y cómodo que nos resulta dar órdenes… y de lo poco que nos sirven?
Al principio de usar estas herramientas te sientes raro, cursi, como si las frases fuesen demasiado largas… es normal, por la falta de costumbre. Al pasar el tiempo te habituarás más rápido de lo que esperas porque te sentará bien estar hablando desde la calma y mejor aún recibir colaboración e implicación ajena para alcanzar tus objetivos.
Recuerda, mensajes desde el “YO” y el código NEMO ayudarán a “Que quede ENTERADO sin quedar DAÑADO”
Virginia García.
“Contigo Desenredo”