Destierro

En el aula y en casa, en ocasiones, utilizamos técnicas de “destierro” como: la silla de pensar, sacarle del aula, llevarle a otra habitación, dejarle en el pasillo, … lo que queremos con estas estrategias son:

  • Hacer que el niño reflexione sobre lo que hizo
  • Que se de cuenta de su error y no vuelva a hacerlo
  • Apartarle de sus compañeros a los que está molestando
  • Alejar al niño de la situación-problema
  • Conseguir tranquilidad y paz durante un rato

Me gustaría que todos nos pusiéramos a pensar: ¿conseguimos enseñar algo al niño/a cuando realizamos estos “destierros”?, ¿nos sentimos mejor?, ¿se siente mejor el niño?, ¿hemos conseguido que no se repitan estos actos disruptivos?, ¿nos sentimos competentes cuando utilizamos estas estrategias?.

Mi objetivo con este pequeño artículo es entender al niño/a y desgranar como conseguimos justo lo contrario de lo que pretendemos con estas técnicas.

Isabel Fuster, acuñó el término destierro a estas técnicas que alejan al niño de su ambiente, de su grupo-clase, de su propio entorno. Como en la época de la edad media que la pena capital era el destierro, como un castigo mayor que la muerte al separar a una persona de su ambiente, de lo que conoce, de sus familiares, … y esto hacía que el padecimiento fue impensable. Pues bien ahora lo utilizamos con los niños. Pero en la mente del niño/a no cabe el análisis de lo que hizo y su reflexión (su cerebro reptil, inmaduro no le permite hacer estas conjeturas de lo que hizo, sus motivaciones y sus rectificaciones), y lo que por el contrario conseguimos es: Alejarle de su grupo de pertenencia y por lo tanto sentirse solo, aislado, incomprendido, desarraigado, desvinculado. Pero no hace una reflexión del acto en si y su situación actual de aislamiento.
Creemos que al romper su rutina y hacerle sentirse mal ¿haremos cambiar su conducta?, pues no, porque el niño no ha aprendido lo que está haciendo mal, lo que podría hacer bien, no ha entendido nada y se siente perdido. Por eso lo más normal es que diga que no lo volverá a hacer, que quiera regresar con su grupo, que se sienta muy triste e impotente; sin embargo al rato vuelve a realizar sus conductas disruptivas porque no relaciona su mal comportamiento con su destierro, nadie le ha enseñado otras opciones.

Pero voy a ir mas allá, cuando un niño se comporta mal en un porcentaje muy alto de probabilidades es por desmotivación, falta de ganas de hacer algo y aburrimiento. Por que no todos los niños son iguales y no todos se divierten con la misma actividad. Pongamos el siguiente ejemplo en el aula: Yo como maestra propongo que vamos a realizar una actividad con plastilina, vamos a intentar hacer una oruguita para practicar la psicomotridad fina, entonces Daniel después de un par de minutos comienza a tirar cachitos de plastilina a sus compañeros, a reírse, a no querer hacer la actividad, a distorsionar el aula y aplicamos una técnica de destierro. Ya hemos visto lo que muy posiblemente sentirá y como se repetirá su acción porque simplemente no le apetece realizar esta actividad, no le motiva. Por que no, como maestras que damos docencia a niños pequeños, organizamos y preparamos más de una actividad sencilla de tal forma que demos opciones a los niños y así conseguiremos menos desmotivaciones y más implicación en la actividad. Una maestra me decía “pero eso conlleva más trabajo para la maestra”, se trata de ahorrar tiempo ya que evitamos disrupciones y el ambiente de clase mejorará, se trata de preparar actividades sencillas que no lleven mucha preparación pero que conlleven que el niño pueda elegir, pueda motivarse, sea atendido y escuchado y se sienta perteneciente al grupo-clase.

 

Pero pongamos más estrategias firmes y amables al alcance de la maestra/maestro o madre/padre que se encuentra con estas actitudes:

  • Validar sus emociones: “te sientes aburrido?”, “entiendo que no te apetezca mucho hacer esta actividad”.
  • Ofrecer alternativas: “veo que no te agrada hacer una oruguita con la plastilina, te parece mejor hacer una mariquita o prefieres un gusano de seda?”, ¿podemos puntear este dibujo tan bonito o recortar esta letra, que te apetece más?.
  • Utilizar la sorpresa y/o sentido del humor: Sabéis que!!!!!! Luego cuando tengamos hecha la oruguita os contaré que le pasó, es una historia impresionante que no os vais a creer!!!!.
  • Ofrecer una consecuencia: Daniel puedes intentar hacer ahora la oruguita o más tarde mientras tus compañeros están jugando por los rincones.
  • Utilizar el aprendizaje cooperativo: Repartir el aula en grupos de cuatro niños y entre todos hará un animal repartiendo sus partes, uno hará la cabecita, otro dos patitas, otro dos patitas y otro su cuerpo, ellos elegirán el animal, podemos buscar ese animal en los libros o en el ordenador y tenerlo cerca para observar como podría quedar. Entre los propios alumnos se van ayudando y motivando a conseguirlo.
    Entiendo la respuesta de madres y maestras que me cuentan que las estrategias de Disciplina Positiva conllevan inversión de tiempo al tener que pensar en otra forma de actuar y eso les resta tiempo para atender el aula y sus quehaceres, pero no es así. Las estrategias de DP es una inversión para conseguir niños más tranquilos, aulas más colaboradoras, niños comprendidos, niños aprendiendo de habilidades empáticas y adultos más felices.

 

Irene Iglesias Ruiz.

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