Te hablo a ti, que me estás leyendo y que tienes un hijo (o más) con un carácter especial, hipersensible y muy intenso. Te hablo a ti porque sé que me entiendes.

Por ti, para ti abro mi corazón y mi mente y espero que este artículo te dé información, herramientas y sobre todo alas para creer en ti, en tus capacidades y en tu valía porque de ello depende que logres aprovechar este reto para darle a tu hijo las mejores herramientas para su vida.

Y si tu hijo tiene rabietas aunque no sean XXL, quédate también. Creo que podrás sacarle gran partido a este artículo.

 

 ¿Qué ocurre en el cerebro?

A groso modo, y en términos coloquiales, el cerebro viéndolo desde un punto de vista vertical se divide en cerebro superior y cerebro inferior. En el primero están funciones como la planificación, el control de las emociones, tener en cuenta sentimientos ajenos (empatía), plantearse consecuencias, pensamiento lógico, resolver problemas…, pero no está plenamente desarrollado y de hecho hasta más allá de los veinte años no terminará de desarrollarse; y en el inferior, que es nuestro cerebro primitivo también llamado cerebro reptil se encuentra la amígdala, pequeñita como una almendra pero realmente poderosa, encargada de actuar sin pensar en situaciones de peligro, pero también en situaciones de gran estrés emocional (especialmente ante la ira y el miedo). Y simplemente secuestra al cerebro superior (ya sabéis, el “racional” y el que además está en “obras”) dejándolo sin voz ni voto.

Por tanto, en este estado de “pérdida de papeles” (que también puede ocurrirnos a los adultos como seguro que has experimentado en más de una ocasión)  el niño puede dar patadas, arañar, morder, tirar cosas, darse golpes a sí mismo, gritar…, y lo único que podemos hacer  en ese momento es ayudarle a calmarse. Olvídate de tratar de razonar hasta que no haya vuelto la calma

Por supuesto, como dice Daniel Siegel en su libro “El cerebro del niño”, también pueden darse las rabietas del cerebro superior. Y esas son las que el niño hace de forma totalmente consciente para lograr un objetivo. Aprender a distinguirlas es fundamental, pues en este caso habremos de actuar con firmeza y claridad sobre lo que está permitido y lo que no. En pocas palabras, si puede pararla si quiere, es una rabieta del cerebro superior.

 

¿Por qué entramos en una lucha de poder?

  • Neuronas espejo

Las neuronas espejo son un reciente descubrimiento (alrededor de los años 90) y entre otras funciones son las responsables del contagio emocional.

¿Te has preguntado alguna vez por qué acabas de mal humor cuando estabas tan content@, solo porque otra persona a tu lado se sentía así? Pues esta es la razón, tus neuronas espejo (que Siegel apunta a que podrían llamarse neuronas esponja) han “copiado” su emoción.

Comprender esto es muy valioso. Porque tanto en una dirección como en otra (de ti hacia el niño, o del niño hacia ti) puedes hacer grandes cambios.

De ti hacia el niño

Incluso cuando los niños son muy pequeños, nuestros hijos pueden percibir nuestros sentimientos de pavor o angustia o ineptitud, aún cuanto no nos demos cuenta de que los experimentamos. Y cuando un padre o una madre está alterado, es muy difícil que un niño esté tranquilo y feliz.

El cerebro del niño por Daniel Siegel y Tina Payne

Por lo tanto, cuidar de ti, aprender a manejar tus pensamientos, sanar tus recuerdos, buscar tu tranquilidad y tu calma, aprender a ser auto-compasivo y amable contigo… redundará seguro segurísimo en el bienestar de tus hijos (y de todos los demás que estén a tu alrededor)

Del niño hacia ti

Igualmente en esta dirección si tu hijo está muy alterado y “copias” sus emociones, es seguro que comenzará una lucha de poder. Usa este conocimiento a tu favor y en un esfuerzo importante (que no vamos a negar que así es) potencia otras emociones que hagan que el niño las copie sin darse ni cuenta.

¿Complicado? Sí. ¿Posible? También.

Y de resultados casi mágicos.

  • Creencias equivocadas con respecto al porqué de las rabietas

“Este se me quiere subir a la chepa”

“Cree que puede más que yo”

Este tipo de creencias y otras parecidas alientan la lucha de poder; nos llevan a querer ganar. Y lo malo de querer ganar es que alguien pierde.

¿Por qué no sustituir esto por una situación diferente? ¿Por qué no ganarnos al niño? Así, nadie pierde, así nos centramos en enseñar habilidades y fortalecemos/mejoramos capacidades; así construimos.

  • No ver más allá del comportamiento

El comportamiento es tan solo la respuesta o solución inconsciente que busca el niño al problema real. Y ese problema real es el que no estamos viendo. ¡Fíjate! ¿Qué ha ocurrido antes de esa rabieta? ¿Qué pudo desencadenarla? ¿Necesita tu hijo un mejor manejo emocional? ¿Le está ocurriendo algo? ¿Hay alguna creencia equivocada que le esté llevando a buscar el sentimiento de pertenencia de esta forma? ¿Es su carácter o sus peculiaridades y necesita ayuda en ese sentido?…

En disciplina positiva vemos esto como un iceberg. Ya sabéis que del iceberg, en la superficie, apenas se ve una pequeña parte; que bajo el agua helada está la mayor parte de su masa. Pues igual pasa con el comportamiento, que es solo esa pequeña parte que se ve. El resto, el por qué, está dentro, y es realmente donde tenemos que adentrarnos para ser efectivos y darle al niño lo que realmente necesita.

 

¿Qué hacer ante una rabieta? Herramientas:

Algunas de las cosas que podemos hacer son estas. Ni son todas ni probablemente te sirvan todas.

  • Convierte la búsqueda de calma en el objetivo primordial en ese momento

Fundamental absolutamente. El objetivo es buscar la calma y recomponerse. ¡Céntrate en ello!

Eso sí, no se trata de ceder al comportamiento ni de ceder a las exigencias de ese momento. Se trata de atender sus emociones, permitirle sentirlas y ofrecerle apoyo y consuelo.

  • Sentido del humor

Con algunos niños funciona tratar de hacerles reír como aquello de ¡aquí viene el monstruo de las cosquillas! o cualquier cosa que te inventes divertida. Con otros no funciona o incluso les altera más.

A mí me cuesta horrores usar esta herramienta pero da buenos resultados y estoy trabajando en ello.

  • Distraer

Señala algo, sácale del enfoque que tiene en ese momento. Puede servir en algunos casos y sobre todo en niños pequeñitos, sin embargo para otros puede ser mala idea porque no se distraen con facilidad.

  • Pedir/ofrecer un abrazo

El abrazo es un gran calmante. Un “ansiolítico” natural, jijiji.  A veces ofrecerlo ayuda al niño a relajarse si es capaz de aceptarlo entre tanta intensidad emocional. Y a veces decir: ¡necesito un abrazo en este mismo momento! puede ser también una gran herramienta. ¡Pruébalo!

  • Darnos un respiro

Si la situación te está sacando de tus casillas (la amígdala se pone en primera línea) y es posible, aléjate de la situación para respirar y volver a tu centro. Pide ayuda a otro adulto para que se encargue mientras te calmas o ve a un sitio donde no pierdas el ojo al niño/a si hablamos de un niño/a pequeño. Esto además de mejorar la situación en sí, le dará a tu hijo un ejemplo a seguir.

  • Darles un respiro

Los niños también necesitan ese tiempo. Nada de sillas de pensar, donde no se piensa nada y se sienten fatal. Mejor tiempo para relajarse haciendo algo que nos calme. Si el niño es menor de 4 años siempre acompañado de un adulto (si es mayor lo que él o ella prefieran). Incluso podéis tener un sitio especial en la casa para ir cuando tenemos un mal momento (¡ojo!, sin obligar ni enviar para castigar. Es un sitio para recuperarnos, agradable y positivo)

  • Movimiento

Parece que los estudios revelan que el movimiento de músculos grandes hace que la amígdala vuelva a su estado de tranquilidad más rápidamente, así que bailar, correr o moverse ayudan mucho. ¿Qué tal… el baile del volcán? Jijiji. ¡A soltar toda esa lava! ?

  • Busca soluciones con el niño

Pero cuando estéis calmados, haciéndole preguntas con la intención de centrarse en qué podéis hacér, no en reprocharle.

  • Cuida de ti con mimo

Para poder cuidar de él /ella con mimo; para tener más paciencia y asumir este reto con toda la calma posible y tu cerebro racional funcionando a pleno rendimiento.

 

¿Qué NO hacer ante una rabieta?

  • Entrar en lucha

  • Tratar de razonar en ese momento

  • Reprochar

  • Negar la importancia de sus emociones: para él/ella es importante

  • Ridiculizarle

  • Avergonzarle

 

¿Cómo prevenirlas?

  • Evitando el exceso de cansancio y/o el exceso de estímulo.

  • Conociendo qué hace que el niño entre en emociones tan intensas y trabajándolo.

  • No llamando a la puerta del cerebro reptil con respuestas o lenguaje verbal inadecuado.

  • Cuidando de ti con mimo para estar transmitir tranquilidad.

 

Rabietas XXL

En ocasiones el carácter del niño y/o algunas peculiaridades (como las desincronías en las Altas Capacidades) hacen que las rabietas no sean hechos aislados sino frecuentes, y que las proporciones sean, como diría mi hijo mayor, épicas ?

Cada niño nace con un estilo único para procesar la información sensorial y reaccionar al mundo que le rodea, como así demostraron la Dra. Stella Chess y el Dr. Alexander Thomas en  un estudio longitudinal de los nueve principales temperamentos en los años 60-70.

*Extraído del libro Disciplina Positiva para Preescolares de Jane Nelsen, Cheryl Erwin y Roslyn Ann Duffy

Estos nueve factores se encuentran en todos los niños en distintas proporciones, y será esto lo que forjará su personalidad y el enfoque que le dé a la vida y lo que le ocurre.

Debemos fijarnos por tanto en sus niveles de actividad, la previsibilidad o no de sus funciones biológicas(hambre, sueño…), su modo de reacción inicial ante algo nuevo, la facilidad o no para adaptarse a dichos cambios, su sensibilidad a los estímulos (ruidos, prendas, costuras, luces…), el sentido del humor, la intensidad de sus reacciones, la facilidad que posee para distraerse y finalmente la persistencia para enfrentarse a obstáculo o dificultades.

Cuando tu hijo de pronto tiene mucha hambre o un cansancio tremendo, no reacciona demasiado bien a los cambios ni se adapta rápidamente… cuando su intensidad de reacción es alta o muy alta, y el roce de la costura de los calcetines, un ruido algo desagradable o algo no le sale como esperaba, o cuando le molestan las bromas con facilidad y tiende a interpretarlas como una ofensa… es posible que las rabietas sean una constante y su tamaño e intensidad sean altas o muy altas.

 

Y he aquí mi experiencia, la que especialmente el carácter de mi hijo pequeño me ha dado. 

Lo que he aprendido (a corazón abierto)

Me he equivocado muchas veces, y me sigo equivocando, aunque bastante más de la mitad de las veces lo hago bien y eso, como dice Jane Nelsen es un buen trabajo. Al fin y al cabo tengo un gran entrenamiento y practico mucho ?

He enfrentado sentimientos de culpa, dolor, miedo, angustia, frustración…

Ya me he enfrentado a mí misma, a mis creencias, a mis luchas… y no podéis imaginar lo que he aprendido y lo que sigo aprendiendo.

  • No te castigues

Más bien esfuérzate en aprender. Me castigué durante mucho tiempo; aún me ocurre algunas veces. No sirve de nada, o sí, sirve para que las soluciones tarden más en llegar.

  • Libérate de la culpa

busca información, aprende sobre el cerebro de tu hijo, sobre sus particularidades; conoce su carácter y dedícate a construir; no a destruirte. Aprende para ello a manejar tus pensamientos y entiende que lo que piensas es sumamente importante para mejorar tu relación contigo mism@ y para lograr la mejor de las educaciones conscientes. Yo he mejorado grandemente en este sentido pero sigo trabajando en ello día a día.

  • Deshazte de las creencias que te llevan a creer que error es igual a fracaso,

O que no estás dando la talla como madre, que una equivocación te llevará al desastre. Nos han enseñado a buscar la perfección, y aunque estoy de acuerdo en perseguir y lograr la excelencia, no lo estoy con lograr la perfección. En la excelencia tratas de hacer las cosas lo mejor posible y te afanas por aprender de tus equivocaciones considerándolas escalones en los que apoyarte para aprender y subir al siguiente nivel; el perfeccionismo sin embargo te lleva a castigarte y dañarte cuando cometes un error, te lleva a creer que no tienes derecho a equivocarte, que hay algo que está mal en ti, que no cumples con las expectativas.

  • Practica las nuevas herramientas basadas en el respeto mutuo

Y céntrate en el objetivo de aprovechar este reto para ofrecerle valores y habilidades.

 

Educar es sumamente complicado y agotador en muchas ocasiones. Con estas características hay momentos realmente duros. No te hagas daño, no estás afrontando una situación fácil, es de hecho muy difícil a veces. Céntrate en aprender, crear, construir y fortalecer la compasión y la amabilidad contigo misma y con tu entorno.

No estarías ahí si no fueses capaz de hacerlo, si no tuvieses la gran fortaleza (que quizás aún no conozcas, pero que estoy segura de que ahí está) para aprovechar todo esto como empuje hacia una educación que aporte a tus hijos habilidades increíbles.

No estarías aquí, leyendo hasta el final, si no fueses un buscador o buscadora en pro de lograr cada vez más y mejor.

Ana I. Fraga