Me gustaría utilizar este espacio para realizar una reflexión en “voz” algo más alta.
Me encuentro madres y padres que me preguntan: ¿y cómo hago en esta situación concreta? ¿cómo resuelvo sin gritar esto otro? ¿Y si no quiero castigar qué puedo hacer? Vienen necesitados de una respuesta, la “SOLUCIÓN mágica” para cambiar el comportamiento “molesto” de su hijo/a. Y cuando les intentas explicar que lo primero que tienen que cambiar es la forma en la que ven a su hija/o y la forma en la que interpretan las acciones que hace,… ves cómo les cambia la cara y echan un paso atrás. Ya no quieren escucharte, porque quieren cosas rápidas.
Y DP y rapidez son dos términos completamente opuestos. Aplicar estrategias de DP sin hacer un cambio personal es pérdida de tiempo y energía. Es como si tienes que operarte la rodilla y sales del quirófano con un brazo escayolado. Si no hay un autoconocimiento, un entendimiento de la propia historia que permita detectar los patrones automáticos que cambiar,… al final se utilizarán los recursos de la DP desde una visión tradicional de la infancia y la educación, ejercicio el mismo poder, autoritarismo incluso más dañino, porque se disfrazará de un respeto inexistente.
No se pueden olvidar, por mucho deseo que tengamos de hacer llegar toda esta filosofía que vamos integrando en nuestras vidas, los criterios de la DP establecidos por Jane Nelsen y Lynn Lott:
- GARANTIZA SIEMPRE CONEXIÓN, PERTENENCIA y la CONTRIBUCIÓN.
- EQUILIBRA LA AMABILIDAD Y LA FIRMEZA.
- NO DESEA RESULTADOS INMEDIATOS, es “PICO y PALA” CONSTANTE CON NUESTRO FOCO EN EL LARGO PLAZO.
- Directamente relacionado con los anteriores: FAVORECE EL DESARROLLO DE HABILIDADES DE VIDA Y
- AYUDA Y ANIMA A DESCUBRIR LAS PROPIAS CAPACIDADES.
Y cumplir con estos criterios e incorporarlos en las dinámicas familiares ha de pasar un filtro que, como responsables en la difusión de la DP por el mundo, no podemos dejar de “poner sobre la mesa”: el trabajo personal para poner el foco en cambiarme a mí primero para desde ahí cuidar a mi hija/o con amor incondicional, respeto y empatía. Y acompañar este proceso de cambio es algo que no puede ocurrir en un taller de 2 horas aunque, a la vez, estos talleres introductorios sean una de nuestras semillas fundamentales en este camino de expansión de la DP.
¿Cómo lo ves tú?