La ducha antes de cenar, las chuches el fin de semana, las zapatillas de deporte para el cole, el pelo suelto por las tardes o el fin de semana, el pijama para dormir…hasta que mi hija se metió en la cama con su vestido favorito.
¿Cómo vas a dormir con el vestido? El vestido es para salir y el pijama para dormir. Se te va a estropear. Lo vas a arrugar.
Mi cabeza cuadriculada me decía que no podía ser, que debía enseñarle qué tipo de ropa se usa para cada cosa, pensé que si lo permitía iba a querer dormirse todos los días con un vestido, me pregunté si la estaba consintiendo si la dejaba…Diferencias entre ser flexible y ser permisivo.
La clave fue la pregunta del padre de mi hija: ¿Y qué más da? ¿Va a condicionar su futuro? Y de pronto recordé el mundo de los niños, su fantasía, los recuerdos de la infancia…y accedí.
Han pasado unos 8 meses de aquella primera vez y creo que en total solo ha dormido con algo especial unas tres o cuatro veces: otra más con el vestido, otra con un disfraz y dos veces con los leotardos. Conclusión: sigue utilizando los pijamas para dormir y no tiene ninguna confusión al respecto.
Soy consciente de que solemos ser poco flexibles en el día a día con nuestros hijos porque nos asusta no estar siendo buenos padres.
Hemos asociado ceder ante una petición a perder autoridad y control y a creer que si nuestro hijo hace lo que desea “lo malcriamos”. Se va a “subir a nuestra chepa” y se va a creer que “tiene más poder que nosotros”.Pero todo esto en realidad, no lo piensa nuestro hijo, sino nosotros. Pues en cierto modo, ocurre todo lo contrario.
Cuanto más autoritarios nos comportamos, más necesidad de rebelarse tendrá nuestro hijo.
Con todas las ventajas que tiene para la vida ser flexibles he llegado a la conclusión de que su uso o llevarlo a la práctica, está mal visto porque lo asociamos a la permisividad. Pero no son la misma cosa, ni ocasionan las mismas consecuencias.Diferencias entre ser flexible y ser permisivo.
La diferencia entre ambas son los motivos por los que cedemos y el abandono al que sometemos al niño.
Nos comportamos de forma flexible cuando:
- nos ponemos en el lugar del niño,
- aceptamos que no siempre tenemos la razón y hay muchas maneras de hacer las cosas,
- dejamos que experimente sus propios razonamientos y llegue a sus propias conclusiones,
- hay conciencia en nuestros comportamiento de respetar espacios,
- existen límites: el niño no hace lo que quiera sino dentro de lo que tiene que hacer doy cancha para que pueda hacerlo de otras maneras diferentes a la mía pero que lo conducen al mismo aprendizaje.
En cambio, nos comportamos de forma permisiva cuando:
- nos da igual lo que el niño piense, no lo tenemos en cuenta y lo obviamos,
- dejamos que haga lo que quiera sin guiar, si hacerle reflexionar sobre lo que ocurre,
- permitimos que haga lo que quiera para no enfrentarnos a una rabieta, por desinterés, por comodidad.
- los límites desaparecen.
Y no hablo de permisividad cuando permitimos ciertas cosas porque estamos cansados o es un día especial (hoy no hay ducha, cenamos un bocadillo, puedes dormir en el sillón). Me refiero a un estilo,el patrón que guía nuestros actos educativos día a día. Que todo sea blanco o negro (rigidez), una escala de grises (flexibilidad) o directamente lo que quiera el niño (permisividad).
Con un ejemplo:
- Mi hija debe tomar la leche sola, sin nada más, se ponga como se ponga.
- Mi hija debe tomar leche pero puede ponerle colacao si le gusta más (aunque preferiría que no por el tema de los azúcares, pero aún así lo acepto).
- A mi hija no le gusta la leche y directamente paso de buscarle alternativas, le doy lo que pide y me olvido de la importancia de los lácteos.
Y ahora puede que pienses, sí pero lo de la leche no es tan importante pero…
¿si se trata de no ir al colegio?
Aunque no podamos cambiar un hecho lo importante es que nuestro hijo sienta que estamos de su lado. Si no quiere ir al colegio, ser flexible no es dejarle en casa,pero sí lo es pararnos a escucharle, preguntarle e intentar averiguar por qué no quiere ir y ayudarle a buscar maneras de que el trance lo lleve de la mejor manera posible. Dos maneras muy distintas de afrontar la misma situación.
Sobre las consecuencias de una actitud u otra, la flexibilidad genera:
- Que nuestro hijo también lo sea con los demás: con sus amigos, con los profesores, con sus futuras parejas.
- Valorará las opiniones de los demás y le parecerá normal no imponerse siempre.
- Tendrá una autoestima alta. Está acostumbrado a que se le tenga en cuenta y se respeten sus opiniones, gustos, etc…
- Está acostumbrado a negociar y no a comportarse de forma sumisa.
Por el contrario la permisividad genera:
- Sentimiento de inseguridad. El niño se ha sentido solo. No ha tenido un guía.
- Baja autoestima por bajo concepto de sí mismos. “No cuento para nadie, menos para mi”.
- Baja resistencia a la frustración. No acepta que le lleven la contraria porque está acostumbrado a hacer todo el tiempo lo que quiera sin limites.
- Esto último conlleva dificultad para funcionar dentro de las reglas de la sociedad, mantener relacione afectivas, o de amistad.
Por eso te animo a que te des la vuelta, te sacudas la rigidez y permitas que fluyan otras cosas porque saldrás ganando en todos los aspectos de tu vida pero en la familiar es una cualidad de un valor incalculable.
Y si no, te haré una pregunta que me hicieron a mi en un curso de formación que removió mi rigidez: ¿qué tipo de hogar te gustaría para tus hijos? ¿Uno en el que siempre estén sometidos o uno en el que puedan sentirse ellos mismos?
Te doy una pista: los primeros huirán.
Un abrazo, Doris.