Como padres/madres tenemos claro que no queremos que nuestros hijos/as sufran, les hagan sufrir o les haga daño algo, pero en este empeño tan comprensible cometemos errores y nos surgen dudas.
Una madre me preguntaba: Hay ocasiones que veo como algún compañero o amigo trata mal a mi hijo y no se muy bien que hacer?, no quiero que le hagan daño y no se si lo mejor es: entrometerme, decirle que no le de importancia como estrategia para que lo olvide y no piense más sobre ello así desaparece, si recordárselo después y hablar sobre ello o esto empeorará su recuerdo y avivaré el posible fuego…. Dudas normales de una madre o padre.
Veamos entonces que podemos hacer, lo primero será analizar qué es lo que yo quiero conseguir, mis objetivos:
- Que mi hijo/a aprenda y adquiera habilidades para enfrentarse a situaciones complicadas.
- Que mi hijo/a sea feliz.
- Que mi hijo/a las situaciones de tensión entre amigos no le supongan una dificultad para manejar bien estos momentos.
- Fomentar habilidades sociales que le ayuden a hacerse fuerte y con confianza en sí mismo.
Si estos son mis objetivos, que intuyo que son los objetivos que todos queremos promover, entonces si que sabemos lo que no debemos hacer: no debemos ignorar estas situaciones, no debemos decirle siempre que respuestas ha de tener, no debemos menospreciarle o hacerle enfrentarse solo a situaciones tensas…
Podemos entonces, poner en práctica, varias estrategias para abrigar el corazón de mi hijo/a:
- Aprovechar cuando seamos testigos de situaciones tensas, difíciles entre mis hijo/a con amigos o compañeros para hablar con él/ella de esto. Cuando estemos tranquilos yo he de comenzar explicándole lo que vi u observé y como me sentí, para dejar que él me cuente como lo vio y qué sentimientos tuvo al respecto. Puede ser que yo me sienta muy ofendida por lo que observé pero mi hijo no tenga esta percepción ni estos mismos sentimientos.
- Si se trata de una situación que le ha bloqueado, que no ha sabido que decir o hacer y le ofendió, podemos pensar juntos en posibilidades, es decir, en que podría haber dicho o hecho, exploremos alternativas y opciones. Ante ellas siempre aclararemos que las no válidas serán aquellas que hagan daño, ofendan, agredan a los demás. Así que dar patadas, escupir, devolver el golpe, insultar… no es una posibilidad.
- Podemos realizar una rueda de las soluciones donde coloquemos estas opciones y las dejemos a la vista para posteriores situaciones que se nos puedan presentar e intentar recordarlas.
- Ser mediadores de un posible conflicto. Si vemos que hay un enfrentamiento entre mi hijo/a y otro amigo/a puedo intentar que lo hablen, se expresen, digan lo que sienten y como solucionar la situación entre ellos siendo yo solo una canalizadora y guía del proceso de resolución del conflicto, sin participar en soluciones.
- Y otra herramienta muy poderosa, ejemplificarlo. Cuando queremos instaurar un patrón de conducta o una habilidad el decir sirve de poco, lo que realmente hace que podamos tener la fuerza, habilidad y capacidad de reproducirlo es si en un ambiente cómodo y de confianza realizamos dramatizaciones con nuestros hijos de estas situaciones. “yo seré fulanito y te digo o hago esto y ahora tu escoge una de las alternativas que hemos dicho y ponla en práctica” luego alternaremos los papeles y así iremos encontrando registros de actuación que nos sirven para ponerlos en práctica cuando nuestros hijos se encuentren en esa situación.
Enseñemos herramientas y habilidades sociales a nuestros, aprovechemos las situaciones del día a día para profundizar en sus sentimientos y mejorar las respuestas, para empatizar y buscar respuestas asertivas, para desarrollar la parte prefrontal del cerebro y enseñar a gestionar mejor los conflictos.
Irene Iglesias Ruiz