Realmente sirve el castigo a nuestros hijos?

El castigo es un herramienta que forma parte de la educación en muchas familias y los padres lo aplican cuando quieren corregir una conducta inadecuada o para terminar con un conflicto. Pero, realmente, ¿por qué castigamos? Unas veces queremos cortar en el momento y de forma rápida una conducta o comportamiento. El castigo nos da a los padres la sensación de poder, de estar por encima de ellos. Otras veces, lo usamos porque no tenemos más herramientas y no sabemos qué hacer para terminar con esa situación o conducta. Es lo que hemos aprendido en casa y lo seguimos aplicando con nuestros hijos. Realmente, el castigo tiene el poder de corregir un comportamiento en segundos. Esto es así porque se acciona en ellos el mecanismo de obedecer por miedo a que me vuelvan a quitar el móvil, a que no me dejen salir… pero no por haber entendido la importancia de corregir lo inadecuado de una conducta. Sin embargo, tiene también el poder de justificar nuestra impotencia como padres, nuestra rabia y frustración. Nos da el poder de pensar que para que nuestros hijos aprendan algo, primero hay que hacerles sufrir por lo que han hecho con un castigo que les duela. Olvidando que nuestro trabajo como padres es reorientar la conducta y no „vengarnos“ por lo que hayan hecho. Olvidamos enseñarles que apredan de la situación en vez de pagar por ella. Como dice Jane Nelsen en su libro (¿Cómo educar con firmeza y cariño?) „¿De dónde sacamos la loca idea de que para que los niños mejoren primero tenemos que hacerles sentir peor.” El castigo tiene el poder de mermar la autoestima de nuestros hijos. ¿Cómo? en la medida que ellos se sienten mal por habernos defraudado, porque se sienten frustrados, se sienten impotentes…o les etiquetamos diciendo „eres malo“, „ te portas fatal“, „ me has avergonzado delante de…“. Les hacemos sentir culpables con frases como “ por tu culpa…“, „ ya te lo dije…“, „ es que nunca escuchas lo que te digo…“ El mensaje que transmitimos es si te equivocas, en vez de ayudarte a reorientar tu conducta y autoregularte en tu volcán de emociones, yo te castigaré para que aprendas. ¿Para que aprendas a qué? ¿Qué deben aprender con el castigo? Sin salir, sin relacionarse con sus amigos, sin móvil, sin tablet… sin algo que les guste…¿Nos hemos parado a pensar los padres qué estamos consiguiendo con esto? Y, a pesar de todos estos poderes que acabo de citar sobre el castigo, nuestros hijos siguen repitiendo esas conductas inadecuadas, así que no nos queda otra opción que ir subiendo la intensidad del castigo, y por consiguiente, buscar cada vez algo que les fastidie aún más, a ver si así ya dejan de hacer eso que queremos corregir. Una de las peores consecuencias del castigo es que dañan el vínculo con nuestros hijos, promueven la desconfianza, nos mienten… Vale, ¿Y si no castigo, qué hago? ¿Les dejo hacer lo que quieran y apruebo todo lo que hagan? Entre castigar y dejarles hacer lo que quieran, está la Disciplina Positiva que aboga por corregir, educar, establecer normas y límites con firmeza a la vez que con cariño. La Disciplina Positiva no pone el foco solo en los niños o adolescentes, sino también en los padres. A diferencia que con el castigo, aquí los resultados se ven a largo plazo, se necesita tiempo y hay que „entrenar“ juntos, padres e hijos. La Disciplina Positiva propone que nos interesemos por qué, por ejemplo, nuestro hijo o hija ha llegado tarde, por qué ha pegado a su hermano, por qué nos faltan al respeto.¿ Qué les ha llevado a obrar así? Además, propone buscar alternativas de manera conjunta, implicando a nuestros hijos en la búsqueda de una alternativa a esa conducta inapropiada. Se trata de escuchar, de dialogar, respetar, reparar y , sobretodo, de responsabilizar en vez de culpar. Así como en el trabajo nos reciclamos, hacemos cursos…en la educación también debemos invertir tiempo, hay que aprender y formarse. El motivo lo merece, ¿no crees? Sé que no es fácil ni es el camino más rápido, pero estoy convencida de que para ser unos buenos guías para nuestros hijos, ellos necesitan que los escuchemos, que tengamos en cuenta su opinión y esas emociones que ni ellos mismos entienden. Así que os animo a que la próxima vez que vayáis a castigar, penséis por un segundo, qué hay detrás de ese comportamiento y cómo se puede corregir desde el respeto y sin culpar. La serenidad familiar no consiste en no tener conflictos con nuestros hijos, más bien consiste en ver dónde estoy poniendo el foco cuando surge el conflicto. Geny Diego Coach especializada en familias y adolescentes. Educadora Certificada de Disciplina Positiva por la Positive Discipline Association Para saber más www.disciplinEl castigo es un herramienta que forma parte de la educación en muchas familias y los padres lo aplican cuando quieren corregir una conducta inadecuada o para terminar con un conflicto. Pero, realmente, ¿por qué castigamos? Unas veces queremos cortar en el momento y de forma rápida una conducta o comportamiento. El castigo nos da a los padres la sensación de poder, de estar por encima de ellos. Otras veces, lo usamos porque no tenemos más herramientas y no sabemos qué hacer para terminar con esa situación o conducta. Es lo que hemos aprendido en casa y lo seguimos aplicando con nuestros hijos. Realmente, el castigo tiene el poder de corregir un comportamiento en segundos. Esto es así porque se acciona en ellos el mecanismo de obedecer por miedo a que me vuelvan a quitar el móvil, a que no me dejen salir… pero no por haber entendido la importancia de corregir lo inadecuado de una conducta. Sin embargo, tiene también el poder de justificar nuestra impotencia como padres, nuestra rabia y frustración. Nos da el poder de pensar que para que nuestros hijos aprendan algo, primero hay que hacerles sufrir por lo que han hecho con un castigo que les duela. Olvidando que nuestro trabajo como padres es reorientar la conducta y no „vengarnos“ por lo que hayan hecho. Olvidamos enseñarles que apredan de la situación en vez de pagar por ella. Como dice Jane Nelsen en su libro (¿Cómo educar con firmeza y cariño?) „¿De dónde sacamos la loca idea de que para que los niños mejoren primero tenemos que hacerles sentir peor.” El castigo tiene el poder de mermar la autoestima de nuestros hijos. ¿Cómo? en la medida que ellos se sienten mal por habernos defraudado, porque se sienten frustrados, se sienten impotentes…o les etiquetamos diciendo „eres malo“, „ te portas fatal“, „ me has avergonzado delante de…“. Les hacemos sentir culpables con frases como “ por tu culpa…“, „ ya te lo dije…“, „ es que nunca escuchas lo que te digo…“ El mensaje que transmitimos es si te equivocas, en vez de ayudarte a reorientar tu conducta y autoregularte en tu volcán de emociones, yo te castigaré para que aprendas. ¿Para que aprendas a qué? ¿Qué deben aprender con el castigo? Sin salir, sin relacionarse con sus amigos, sin móvil, sin tablet… sin algo que les guste…¿Nos hemos parado a pensar los padres qué estamos consiguiendo con esto? Y, a pesar de todos estos poderes que acabo de citar sobre el castigo, nuestros hijos siguen repitiendo esas conductas inadecuadas, así que no nos queda otra opción que ir subiendo la intensidad del castigo, y por consiguiente, buscar cada vez algo que les fastidie aún más, a ver si así ya dejan de hacer eso que queremos corregir. Una de las peores consecuencias del castigo es que dañan el vínculo con nuestros hijos, promueven la desconfianza, nos mienten… Vale, ¿Y si no castigo, qué hago? ¿Les dejo hacer lo que quieran y apruebo todo lo que hagan? Entre castigar y dejarles hacer lo que quieran, está la Disciplina Positiva que aboga por corregir, educar, establecer normas y límites con firmeza a la vez que con cariño. La Disciplina Positiva no pone el foco solo en los niños o adolescentes, sino también en los padres. A diferencia que con el castigo, aquí los resultados se ven a largo plazo, se necesita tiempo y hay que „entrenar“ juntos, padres e hijos. La Disciplina Positiva propone que nos interesemos por qué, por ejemplo, nuestro hijo o hija ha llegado tarde, por qué ha pegado a su hermano, por qué nos faltan al respeto.¿ Qué les ha llevado a obrar así? Además, propone buscar alternativas de manera conjunta, implicando a nuestros hijos en la búsqueda de una alternativa a esa conducta inapropiada. Se trata de escuchar, de dialogar, respetar, reparar y , sobretodo, de responsabilizar en vez de culpar. Así como en el trabajo nos reciclamos, hacemos cursos…en la educación también debemos invertir tiempo, hay que aprender y formarse. El motivo lo merece, ¿no crees? Sé que no es fácil ni es el camino más rápido, pero estoy convencida de que para ser unos buenos guías para nuestros hijos, ellos necesitan que los escuchemos, que tengamos en cuenta su opinión y esas emociones que ni ellos mismos entienden. Así que os animo a que la próxima vez que vayáis a castigar, penséis por un segundo, qué hay detrás de ese comportamiento y cómo se puede corregir desde el respeto y sin culpar. La serenidad familiar no consiste en no tener conflictos con nuestros hijos, más bien consiste en ver dónde estoy poniendo el foco cuando surge el conflicto.

 

Geny Diego Coach especializada en familias y adolescentes. Educadora Certificada de Disciplina Positiva por la Positive Discipline Association Para saber más www.disciplinapositivaespana.com www.positivediscipline.org www.positivediscipline.com Cómo Educar con Firmeza y Cariño, Jane Nelsenapositivaespana.com www.positivediscipline.org www.positivediscipline.com Cómo Educar con Firmeza y Cariño, Jane Nelsen

Últimas entradas

Alentar vs. Elogiar: La Clave para Fomentar la Autoestima en niños y niñas

Este artículo resalta la diferencia entre animar y elogiar en el desarrollo infantil. Mientras los elogios pueden crear dependencia de la aprobación externa, el ánimo fomenta la autoevaluación y el esfuerzo propio, siendo esencial para el crecimiento y la autoestima de los niños. Cambiar de elogios a ánimo puede ser un desafío, pero se sugieren preguntas reflexivas. Se ofrecen consejos prácticos, como reuniones familiares y mostrar confianza, para fomentar la independencia y la resiliencia en los niños, basados en el respeto y el interés genuino.

El desastre del que proviene el orden

Te cuento cómo puedes aprender a disfrutar del proceso de aprendizaje de tus hijos y a la vez enseñarles valiosas lecciones y habilidades para la vida

Encuentro de CÍRCULOS REGIONALES

El 5 de junio nos encontramos vía zoom los círculos regionales. Pudimos conectar, compartir y seguir haciendo #ComunidadADPE.
Puedes unirte al tuyo, pertenezcas o no a la Asociación. ¡Lee todo!

© 2024disciplinapositivaespana.es
Diseñado por