Tus necesidades, sus necesidades

Cuanto más observo, reflexiono e intervengo en dificultades en las relaciones entre los adultos y los más pequeños (ya sea en casa o en el aula), más me doy cuenta que muchas veces es una simple regla la que está impidiendo el entendimiento, es una simple regla la que está enfrentando dos posturas o posiciones contrarias que solo quieren algo. Se trata de una necesidad enfrentada.

 

Pongamos ejemplos:

  • El niño/a que desea jugar mientras la madre o padre desean que recoja porque hay que cenar, o hay que ir al supermercado a comprar.
  • El niño/a que desea contar algo mientras la o el maestro desean continuar y terminar de explicar lo que está dando.
  • El niño/a que quiere un juguete mientras que su madre/padre no desean gastarse más por que considera que no es necesario.

 

  • El niño/a que desea un helado y el padre/madre que no se lo da porque desea que coma la comida que ha preparado.
  • El niño/a que quiere levantarse y ver lo que hacen sus compañeros sentados detrás y la maestra que desea un orden y respeto por la tranquilidad y normas del aula.
  • El niño/a que desea corretear por el pasillo del hospital mientras su madre/padre quiere que esté tranquilo y quieto por que es una zona donde hay que respetar a los enfermos.

 

Vemos que los niños/as tienen un deseo o una necesidad que es entendible por sí misma, y a su vez el adulto tiene otra necesidad opuesta y que es entendible por sí misma, pero entran en un enfrentamiento por no ser aceptadas.

 

Es en este punto cuando enseño y apelo a la inteligencia y control cerebral del adulto, por qué es éste (y no el niño/a) quien tiene la capacidad de 1º empatizar, 2º verbalizar de forma escueta las necesidades opuestas, 3º validar emociones y 4º pensar una opción o estrategia adecuada.

 

Si el adulto reflexiona y ve los enfrentamientos como una necesidad comprensible del menor que simplemente chocan con mis necesidades, lograremos calmarnos antes y poder encontrar estrategias amables y firmes.

 

Para simular soluciones a los ejemplos de antes vamos a ver como los podríamos solucionar, una manera de las múltiples que puede haber y que no significa que den resultado siempre, dependerá del menor, la situación, como interiorice mis respuestas, como yo me enfrento a la situación, la actitud con la que responda,…

  • El niño/a que desea jugar mientras la madre o padre desean que recoja porque hay que cenar. Yo como madre me doy cuenta que su necesidad es jugar y la mía que venga a cenar porque sino iremos tarde a la cama, son necesidades opuestas así que respiro hondo y le puedo decir: “Alberto entiendo que quieras seguir jugando, te estas divirtiendo y lo veo, sin embargo ya es hora de cenar, puedes seguir jugando después de cenar un rato o prefieres que al terminar a cenar te ayude yo a colocar las piezas, decide”.
  • El niño/a que desea contar algo mientras la o el maestro desean continuar y terminar de explicar lo que está dando. Yo como maestra tengo la necesidad de terminar lo que estoy dando sin interrupciones pero mi alumno desea hablar con su compañero, necesidades opuestas, me acerco (no le grito o se lo expongo delante de todos) y le digo: “entiendo que desees explicar algo a tu compañero pero ahora mismo no es el momento, estoy explicando algo interesante. Cuando termine me acercaré y te tocaré en el hombro para agradecer que sigas en silencio, se que es difícil pero confío en que puedas esperar al recreo”.
  • El niño/a que quiere un juguete mientras que su madre/padre no desean gastarse más por que considera que no es necesario. “Comprendo que quieras ese juguete, me gusta que compartas conmigo tus gustos, lo anotaremos en la libreta para cuando se pueda comprar un juguete”.
  • El niño/a que desea un helado y el padre/madre que no se lo da porque desea que coma la comida que ha preparado. “es comprensible que te apetezca ahora un helado el día acompaña para ello pero puedes comerlo después de comer o en la merienda tu decides”.
  • El niño/a que quiere levantarse y ver lo que hacen sus compañeros sentados detrás y la maestra que desea un orden y respeto por la tranquilidad y normas del aula. “Me acerco al alumno y en privado le indico como se actúa cuando se necesita algo, se levanta la mano y se solicita lo que se quiere, le recuerdo que me pida ayuda cuando no sepa o no entienda algo. Si es algo normal en él y no algo esporádico podré hablar con él en privado para encontrar una solución y que proponga ideas para solucionar sus necesidades que son contrarias a las del aula”.
  • El niño/a que desea corretear por el pasillo del hospital mientras su madre/padre quiere que esté tranquilo y quieto por que es una zona donde hay que respetar a los enfermos. “me agacho a su altura y le digo que entiendo que le apetezca jugar, que estamos en un sitio donde no hay juguetes y puede resultar aburrido pero hemos venido a visitar a alguien y en cuanto terminemos podemos ir al parque o a ver si está su amiga Vera en casa, puede decidir”.

 

Con estos ejemplos no estoy diciendo que todo se solucione con empatía, validando emociones, y llegando a acuerdos, habrá momentos que esto no sea posible y tomaremos otras medidas o determinaciones. Pero si es necesario que veamos que en muchas ocasiones nuestros enfados con los más pequeños son por oposición entre necesidades, y estas necesidades vistas de forma individual son comprensibles, por eso hagámoselo saber y cuando así podamos, construyamos puentes de entendimiento y no mares de separación.

 

Irene Iglesias Ruiz

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