Venganza

El dolor. El desequilibrio emocional es una de las sensaciones más incapacitantes que existen.
Todo se percibe desde la ofensa, el ataque y la sensación de victimismo… y a nadie le gusta ser víctima.
Perder. Sentirse vulnerable. Menos que… VENGANZA

Hemos sido educados en una sociedad en la que no se concibe la posibilidad mirar más allá del individualismo más destructivo: para poder ganar, los demás han de perder. Caiga quien caiga.

Y es tremendamente humano.

Por eso es fundamental ayudar a nuestros hijos a saber expresar su dolor o malestar de una forma respetuosa consigo mismos y los demás, sin buscar venganza, sin perseguir hacer sentir su dolor a los que les rodean.
Porque eso es lo que hacemos constantemente.

 

Yo estoy mal: los demás vais a saber lo que se siente, o al menos , a los que tenga la capacidad de dañar, es decir, A LOS MÁS CERCANOS E IMPLICADOS CONMIGO.

Empezar por nosotros sería una fantástica opción. ¿En cuántas situaciones nos tomamos todo “a lo personal”? ¿Cuántas veces a lo largo de la vida no somos capaces de ver el problema sin buscar antes de nada, un culpable? ¿Cuántas veces somos jueces y verdugos?

 

Vengarnos de un dolor propio dañando a los demás es la forma menos eficaz de conseguir ayuda y apoyo, que es exactamente lo que estamos necesitando en esos momentos. VENGANZA

Pero es el único recurso que tenemos si desde que aprendemos a vivir nos enseñan que hay que “pagar por” (castigar) los errores, en vez de solucionarlos. Es lo primero que nos domina si responsabilizamos a los demás de nuestras emociones siento dependientes (locus de control externo) de apegos limitadores.

Intentemos detectar el dolor como una señal positiva de cambio, de movimiento necesario. Agradezcamos las situaciones que nos ofrecen la posibilidad de avanzar a través de ese dolor, en lugar de querer “salpicar” a los demás con el. Como mucho compartamos nuestras emociones con los que sabemos que pueden comprendernos.

“No estoy bien” “Todo me molesta, todo me hiere” Esa sensación, tan lícita y tan común en determinados momentos de nuestras vidas y de las de nuestros hijos, es útil si nos impulsa a salir de ese momento reflexionando y aprendiendo de esa experiencia.

 

Si nos incita a empujar a los demás a “nuestro pozo” es que no hemos entendido que esa TRISTEZA es nuestra, necesaria y tremendamente poderosa si la utilizamos para “limpiar” y crecer. VENGANZA

Si somos capaces de escuchar un “Mamá, Papá, estoy dolid@, ayudadme” en vez de un “¡Os odio!”…La relación con nuestros hijos seria mucho más cercana y enriquecedora. Si cada vez que nos hacen “sentir mal” con sus conductas detectamos que están intentando conectarse con nosotros a través del dolor, estaremos forjando una relación indestructible.

“APRENDE A PERCIBIR UN ATAQUE COMO UNA PETICIÓN DE AMOR”

 

María Soto

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